“Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza.” –  Génesis 1:27

No sé si te ha pasado antes pero yo por mucho tiempo trate de ser una mujer “calmada, callada y tranquila”, de esas que usan traje blanco y nunca se les ensucia, de esas que no se despeinan, de esas que salen del trabajo a las 5pm tal como entraron a las 8am, de esas que llenan sus agendas y planeadores, cumplen con el “check list” y siempre llegan a tiempo … Pero no!

Yo soy de aquellas bulliciosas, definidas como una “cajita llena de fuegos artificiales” por algunos, despeinada, un moño alocado o un laceado que me dura poco (porque cada vez que me plancho el cabello, llueve). La ropa blanca me dura poquísimo, compro planeadores que lleno por 5 días y luego dejo a un lado, me distraigo rápido, me molestan las injusticias, reclamo, no temo levantar mi voz, y canto moviendo los hombros sin darme cuenta.

EL PROCESO

Siempre miraba de lejos a esas mujeres que parecen tenerlo todo bajo control con algo de envidia, con un sentimiento de inferioridad, algo dentro de mí me decía que si no era como ellas, nunca seria exitosa y Dios nunca podría usarme. Hice mucho por cambiar quien era, creí que era lo correcto, pero ese solo intento fue doloroso para mí y es que esa no soy yo, no es como Dios me creó y no digo que esté mal tener esas cualidades, sino que definitivamente podrían ser las cualidades de alguien más, pero no las mías.

Por el contrario, cuando decidí abrazar mi casi locura, el hecho que soy extrovertida, amigable, que amo sonreír (aún a la gente con la que me cruzo en la calle), abrazar a las personas, contar chistes, cantar y reírme a carcajadas (sin dejar de lado momentos en los que debo tomar las cosas con seriedad) es que empecé a disfrutar de la forma única en la que Dios me hizo, fue allí cuando dejé de tratar de compararme y parecerme a otras y empecé a poner más énfasis en pulir mi propio YO.

REVISA EL MANUAL DE INSTRUCCIONES.

Todo producto viene con un manual de instrucciones, nosotras como hechuras Suyas también tenemos uno, y fue Su Palabra la que me ha dado claridad, me ha dado madurez, me ha dado paz y sabiduría, pero sobre todo me ha dado IDENTIDAD. Son mis momentos en Su presencia los que me ayudan a determinar que es apropiado y que no, cual es el balance perfecto para que aún con la personalidad que tengo pueda ser usada por Dios.

Ojo, no estoy diciendo que ser así sea la regla para ser feliz, yo creo que son nuestras diferencias las que no hacen encajar de manera PERFECTA en una relación, en una familia, en un grupo de amigos, en la iglesia, en los planes de Dios. ¿Se imaginan que aburrido sería que todas fuéramos iguales?  Si todas fuéramos serias, el mundo sería un “tantito aburrido” y si todas fuéramos alocadas el mundo sería una locura, literalmente.

Escribo esto porque creo que muchas de ustedes pueden estar forzándose a ser quienes no son y es por eso que no están viviendo a plenitud ni disfrutando de lo que Dios les ha dado. Enfóquense en descubrir quienes son en Él, aprendan a verse como Él las ve, abracen lo únicas que son y entréguenlo al mundo como un regalo.

AQUÍ UNOS DE MIS VERSOS FAVORITOS …

 “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.  !!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! !!Cuán grande es la suma de ellos!….”  – Salmos 139:13-17

Espero que este artículo las haya ayudado, si tienen preguntas escríbanme con confianza y compartan con sus amigas.