CAMINANDO POR EL VALLE DEL DOLOR: MI PROCESO DE SANIDAD A TRAVÉS DE INCONTABLES PÉRDIDAS

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Rocio Jennings

May 18, 2023

El momento en el que mi mamá me dijo que mi papá había muerto, no pude llorar e inmediatamente pensé que algo estaba mal en mí.  Mi tío a quien yo cuidaba había fallecido en casa 5 semanas antes en Noche Buena. Lloré

Después de decirle a mi hija que su abuelo “Pawpaw” ya no estaba más aquí y notificarle a otros familiares sobre la muerte de mi padre, me fui a dormir y mientras estaba recostada en mi cama las lágrimas empezaron a fluir. 

En ese momento me di cuenta que ya no tendría la oportunidad de ver a mi padre y que nuestras conversaciones eran ahora recuerdos y ahora sí que lloré. 

Sin embargo, lo que me esperaba a mi familia y a mí me golpearía de otra manera. En los próximos meses y en el transcurso de 2 años nos encontraríamos con innumerables muertes de miembros de la familia de forma simultánea e inesperada. Esto me impactó tanto que comencé a ver la muerte como una maldición.

No podía comprender cómo Dios permitiría que una familia experimentara tanto dolor y muerte. Las llamadas de mis familiares se convirtieron en ansiedad y miedo porque no estaba segura de estar preparada para lo que me iban a decir. ¿Cómo se convirtió la muerte en mi peor miedo? ¿Cómo podría sanar, mientras sigo sufriendo pérdida tras pérdida?
Quiero compartir con ustedes cómo Dios me sostuvo, caminó conmigo, me consoló y me amó mientras estaba afligida. Este es mi proceso de sanidad, mi camino por el valle del dolor, un testimonio de cómo comenzó mi proceso de sanidad.

A veces, la sanidad ocurre en diferentes etapas y de varias maneras, pero para lo que no estaba preparada eran las olas. Literalmente asumí que mi sanidad ocurriría en un solo paso, aquel donde lloré y acepté que mis seres queridos ya no estaban aquí conmigo. 
La vida se ve diferente ahora y aunque estoy llorando en este momento mientras comparto esto, he aprendido a abrazar cada ola de emoción en el momento, ya sea alegría, tristeza o paz. He aprendido a abrazarlo todo.

Luego que mi tío muriera la Noche Buena del 2020, la muerte en mi familia comenzó a ocurrir como un efecto dominó. Mis días se habían vuelto un poco más largos, más desafiantes y un poco más aterradores.

Pensamientos de posiblemente perder a otras personas, comenzaron a apoderarse de mí. De cierto modo, la muerte se convirtió en un ídolo porque comencé a pensar en ella todo el tiempo. Aunque estuviera trabajando, acostada en la cama, comiendo o haciendo cualquier otra cosa, era un pensamiento constante la mayor parte del tiempo.

En un punto mientras hablaba con mi terapeuta y mi comunidad tuve un momento en el que clamé a Dios y le pedí que me ayudara. Algunos días lloré y Dios me consoló, algunos días escribí mis pensamientos y sentimientos en un diario, algunos días leí ciertas escrituras sobre el miedo o escrituras sobre la vida, algunos días sentí paz y otros días no.
Un día sentí que mi familia estaba siendo atacada, así que comencé a luchar en el espíritu. Empecé a encontrar versículos en la Biblia y comencé a orar esos versículos sobre mi familia.

Algunos días no creía en algunas de esas escrituras, pero comencé a pedirle a Dios que ayudara a esa parte de mí que no creía.
¿Cómo no iba a creer lo que Dios estaba diciendo a través de su palabra? Luego, el Espíritu Santo trajo a mi memoria la curación del hijo de un hombre en la Biblia y cómo él le pide a Dios que ayude a esa parte de él que no creía.

“Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo: ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!”
Marcos 9:24
Entonces, comencé a usar ese pasaje como punto de referencia, pidiéndole a Dios que me ayudara con mi incredulidad y lentamente comencé a creer esas palabras en ese versículo hasta que se convirtió en mi realidad.




Realmente pensé que había conquistado esa parte de mi vida, combatiendo los pensamientos negativos con la palabra de Dios hasta que comencé a experimentar dolores en el pecho al punto que tuve que ir a la sala de emergencias después de la pérdida de otro ser querido.
Hicieron varias pruebas y todo salió bien, así que me dieron de alta para irme a casa y yo estaba tan agradecida de que todo salió bien.
Caminé de vuelta al auto y mi mamá, que fue quien me llevó al hospital, me preguntó ¿Qué dijeron? Empecé a decirle que no pudieron encontrar nada malo y que todos mis resultados fueron excelentes, pero mis palabras comenzaron a acortarse.
Era como si alguien me hubiera golpeado y dejado sin aliento, no podía respirar y en ese momento supe que estaba teniendo un ataque de ansiedad.
 
La última vez que estuve en un hospital fue para despedirme de mi papá; fue la última vez que tuve la oportunidad de tocarlo físicamente y verlo.
Los pensamientos de que posiblemente esta vez sea yo quien muera comenzaron a surgir y pensé que si llegaba a casa y me acostaba, entonces estaría bien. Entonces, comencé a orar todo el camino a casa y finalmente llegamos, me acosté en mi cama respirando profundamente hasta que pude sentir una liberación, una sensación de comodidad y tranquilidad.
Eventualmente me quedé dormida y recuerdo despertarme al día siguiente y agradecerle a Dios por la vida nuevamente. Clamé a Dios y le dije que no podía hacer esto sin Él y que no había manera de que pudiera vivir así.
 
Fue en ese momento que Dios me hizo entrar en un tiempo de consagración y ayuno durante todo ese año. En este tiempo comencé a leer y estudiar más la palabra de Dios y a orar continuamente. A veces Dios me despertaba en ciertos momentos de la noche y de la mañana y me sentaba quieta y lo escuchaba hablar. Éramos solo nosotros dos, sin ruidos de la vida cotidiana, sin interrupciones, solo Él y yo. En esos momentos me sentí más segura que nunca en Dios mi Padre.
Todo este tiempo ÉL estuvo esperando que yo soltara el peso de la muerte, junto con el resto de mis cargas, mis preocupaciones, mi ansiedad, mi depresión, cuando me sentía derrotada, mi ira, mi dolor, mis angustias, mi pena y mis miedos. Dios lo quería todo. Me instó a dejarlo a sus pies para que ÉL me diera DESCANSO.
Verás, pensé que lo estaba dejando todo a sus pies, pero no fue así porque el pensamiento de la muerte y la pérdida de más seres queridos comenzó a consumirme más de lo que pensaba en Dios.
Me arrepentí y le rogué que me lo quitara y me ayudara. Para mí, el primer paso para caminar a través de mi dolor fue permitir que Dios fuera mi Padre y luego podría aceptarlo como mi consolador.
Quizás estés pensando que Dios siempre ha sido nuestro Padre; tienes razón, pero en los momentos en que el dolor me consumía, no estaba permitiendo que Dios sea mi Padre, no le estaba dando a Dios ningún espacio para que cuidara de mí mientras intentaba encargarme de todas mis preocupaciones. 1 Pedro 5:7 NTV se convirtió en un ancla para mí y dice:

“Echen sobre Él; toda su ansiedad, porque ÉL tiene cuidado de ustedes.” 

1 Pedro 5:7

En el momento en que lo solté todo, comencé a experimentar la paz de Dios, comencé a sentirme segura sabiendo que Dios se preocupa por mí. Le importaba que mi familia y yo extrañáramos a nuestros seres queridos, le importaba que estuviéramos tristes y le importaba que nos sintiéramos impotentes.
En el dolor debemos estar lo suficientemente quietos para escuchar hablar a Dios nuestro Padre, y a veces necesitarás hablar con un terapeuta, a veces necesitarás hablar con tu familia, amigos o mentores, porque la comunidad importa.
A veces requerirá que leas la palabra y tomes nota de lo que Dios te habla, pero siempre requerirá que busques a Dios el Padre.
Entrégale todas tus emociones y cargas a Él para que Él pueda llevarlas todas por ti. Dios siempre llevará lo que estemos dispuestos a soltar.
Si nos aferramos fuertemente a la tristeza, la desesperación, el dolor y el miedo, entonces le estamos diciendo a Dios que somos mucho más fuertes que Él cuando no lo somos y nunca lo seremos. Isaías 41:10 fue otra escritura anclada para mí durante este tiempo y dice;

“No temas, porque yo estoy contigo. No tengas miedo, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, y también te ayudaré. También te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

 Isaías 41:10

A veces mi sanidad se veía como que era que yo quien le recordaba a Dios lo que dice su palabra.
Entonces, si estás pasando por el dolor de haber perdido a un ser querido o varios seres queridos, te animo a que permitas que Dios sea tu Padre ahora mismo,  porque ahí es donde comienza tu sanidad.

Mechell Smith

Mechell is a Broker Support Specialist who currently resides in Arkansas with her daughter, Ny’Ala. Mechell knows the importance of being set free that she has a heart to see women that are bound set free in Jesus Christ. She has a servants heart and enjoys being of service to others. When she’s not spending time with her family and friends, she enjoys watching movies. You can follow Mechell and her journey on instagram @mechellsmith_

Rocio Jennings

Rocio was born and raised in Lima, Peru where received a degree in Journalism and has held positions as a producer, reporter, and TV host. After turning to Christ to overcome her struggle with depression and low self-esteem, Rocio decided to inspire women around the world to find their identity and value in Christ through her program, “Mi Promesa” (My Promise). Now as a wife and mother of two, Rocio is passionate about helping women find identity and freedom through Christ. 

Follow her and her journey at: @rociojennings @mipromesa

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